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La Oficina Europea de Policía (Europol), la Organización Internacional de Policía Criminal (Interpol) y el Instituto de Gobernanza de Basilea (IGB) han decidido unirse a un grupo de trabajo contra el lavado de dinero con monedas digitales.
Esto constituye en verdad una excelente promesa para la eliminación, o al menos, para la reducción de esta práctica ilegal en todo el mundo. El IGB, un centro de competencia sin fines de lucro asociado a la Universidad de Basilea (Suiza) tiene como una de sus áreas de trabajo la recuperación de activos; la Europol es el mayor organismo de policía de la Unión Europea, y, por su parte, la Interpol constituye la mayor organización de policía internacional y también la segunda organización internacional más grande del mundo, con 190 países aliados. Con estos titanes unidos, el grupo de trabajo no puede más que tener éxito.
Según indica su comunicado, se podría decir que el principal objetivo de esta colaboración es crear un grupo de expertos en criptomonedas que determinen cómo pueden ser estas usadas para el lavado de dinero, ya que, después de todo, se trata de una tecnología emergente de la que aún falta mucho por conocer. Asimismo, planean investigar y recuperar «el producto del delito» y establecer las mejores prácticas a seguir en el futuro.
Para crear esa red de expertos, proponen llevar acabo distintos talleres y reuniones anuales, idea que probablemente provino de la Interpol, pues este organismo ya había organizado a mediados de agosto un entrenamiento de cinco días en su Complejo Mundial para Innovación (IGCI). En este, los principales objetivos fueron capacitar a los asistentes en las áreas clave relacionadas al uso de la Darknet y las criptomonedas. Y tal como ahora muestran su preocupación conjunta con la Europol y el IGB sobre el mal uso de las monedas digitales, también lo hicieron entonces:
Las Darknets están emergiendo rápidamente como el centro de negociación preferido para las redes del crimen organizado y los individuos con el fin de llevar a cabo actividades ilícitas con criptomonedas –principalmente Bitcoin–, el medio preferido para el pago de estos servicios criminales.
Silvino Schlickmann
Subdirector de Investigación e Innovación de la Interpol
Probablemente estas preocupaciones tengan su fundamento, pero estudios han demostrado que el bitcoin y las criptomonedas ya no se sustentan en actividades ilícitas. Por supuesto, los crímenes relacionados a ellas no han acabado, y seguramente tampoco acabarán (tal como sucede con cualquier clase de activo), pero gracias a esfuerzos notables como este por parte de los diferentes organismos internacionales, es probable que se reduzcan al mínimo y pronto podamos disfrutar de los beneficios de las monedas digitales sin ninguna sombra de ilegalidad.