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La autorización para lanzar ciberataques había sido negada las 3 administraciones anteriores.
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Para ex abogado de la CIA, la autorización hace que la agencia opere cómo durante La Guerra Fría.
Un año después de haber iniciado sus funciones como presidente de Estados Unidos, Donald Trump firmó una autorización para que la Agencia Central de Inteligencia (CIA) empezara a realizar ciberataques.
Al menos desde 2018, la agencia ha llevado a cabo una serie operaciones disruptivas, hackeos y ataques de todo tipo contra Irán, Rusia, China y Corea del Norte.
Ex funcionarios estadounidenses con conocimiento directo del asunto indicaron que esta autorización llevaba siendo solicitada por la agencia al menos desde tres administraciones previas a Trump.
Según Yahoo News, la autorización para realizar ciberataques fue impulsada por el Consejo de Seguridad Nacional y elaborada por la CIA. Esta autorización «le dio a la CIA capacidades para llevar adelante ofensivas contra un puñado de países adversarios», según dijo un ex funcionario del gobierno de los Estados Unidos. Estos países incluyen Rusia, China, Irán y Corea del Norte.
El nombramiento de John Bolton como asesor de seguridad nacional en abril de 2018 dio impulso a las personas dentro de la CIA que buscan aliviar las restricciones a las operaciones cibernéticas.
«Necesitábamos eliminar las reglas de la era Obama y reemplazarlas con una estructura de toma de decisiones más ágil y expedita», escribe Bolton en sus memorias recientemente publicadas. Parte de esto implicó el fortalecimiento de las «capacidades clandestinas» del gobierno de los Estados Unidos en el ciberespacio, para poder actuar contra los «actores no estatales».
En el reportaje se clasifica a esta política una vuelta a las “estrategias de la Guerra Fría”. En primer momento, algunos agentes de la CIA querían llevar a cabo retaliaciones contra Rusia por haber intervenido en las elecciones de 2016. Sin embargo, parece que Trump desestimó estas operaciones en favor de atacar primero a Irán.
Las acciones contra Irán fueron orientadas principalmente a prevenir su desarrollo nuclear y a reducir sus operaciones fuera de su país, para que el gobierno colapsara.
A lo interno de la CIA también hay detractores. Por ejemplo, hay quienes consideran que este entorno más permisivo también intensifica las preocupaciones sobre la capacidad de la CIA para asegurar sus tecnologías de hackeo y piratería.
En 2017, WikiLeaks publicó mucha información sobre las herramientas de piratería de la CIA, conocidas como «Vault 7». La filtración, que obligo a la CIA a desclasificar parte de este programa se considera «la mayor pérdida de datos en la historia de la CIA», fue posible gracias a prácticas de seguridad «lamentablemente laxas» en la unidad principal de piratas informáticos de la CIA, según la evaluación.
Si bien no hay mención expresa de las criptomonedas, no se descarta la posibilidad de que la agencia barajee los costos y oportunidades de realizar ataques a plataformas y servicios vinculados con criptoactivos para afectar su operatividad en situaciones que consideren pertinentes.
En cualquier caso, estas nuevas capacidades para lanzar ciberataques serán parte de un legado de la administración Trump. De esta forma, la CIA consolida algo que había codiciado durante mucho tiempo y que para Robert Eatinger, ex abogado de la CIA, «sería un regreso a los días más libres de la agencia, más cercano a como operaba en la década de 1980″.