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El silencio de Satoshi Nakamoto

El silencio de Satoshi Nakamoto es comparable con las decisiones de otros científicos, escritores y filósofos.

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  • Quizá la vida después de Bitcoin sólo tiene sentido en términos criptográficos.
  • El retiro de la vida pública de Satoshi Nakamoto le otorga poder y autoridad a Bitcoin.

Pero la opción por el silencio permanente no anula su obra. Por el contrario, otorga retroactivamente un poder y una autoridad adicionales a aquello de lo que renegaron. (Susan Sontag)

Cuando Satoshi Nakamoto eligió el silencio consideraba que Bitcoin era todavía una obra inmadura, que necesitaba un trabajo de perfeccionamiento: “Estamos tratando de demostrar la ausencia de algo, lo que parece requerir conocerlo todo y verificar que algo no esté incluido”, escribió en un correo. Con ese tono que a mí, por momentos, me hace pensar en la voz de un poeta. Este es precisamente el dilema de la creación. Tanto el artista como el científico deben comprender cuando la obra, acabada o incompleta, ya no les pertenece. Demostrar la ausencia, conocerlo todo, verificar que algo no está, no siempre basta para seguir hablando, aunque la obra en sí misma sea una especie de respuesta continua a esos imperativos.

El silencio —o el retiro— no necesariamente demuestra que la obra ha alcanzado su punto culminante. Aunque puede ser la prueba rebelde de que el tiempo que vivimos nos aturde con exhortaciones al ruido: nunca como antes habíamos tenido tantas herramientas para expresar, comunicar, producir contenidos o intercambiar ideas. No es casualidad que las primeras discusiones sobre Bitcoin volvieran sobre temas como la privacidad, el anonimato, las redes controladas por entidades centrales. A comienzos de diciembre del 2010, el proyecto naciente de Bitcoin, liderado por personas que se identificaban con los ideales cyberpunks, había adquirido un interés inusitado.

Dadas las presiones que el gobierno de Estados Unidos había impuesto a WikiLeaks, se había extendido el rumor de que comenzarían a recibir donaciones con bitcoins. Algunos vieron en esto un paso importante para la adopción. Pero Satoshi Nakamoto comprendía que Bitcoin era una pequeña comunidad que se encontraba en su infancia: “el fuego de esta situación probablemente nos destruiría en el estado actual”, escribió el 4 de diciembre de 2010 en un foro. En los días siguientes, un artículo en PC World avivó la llama.

Hubiera estado bien acaparar toda esta atención en otro contexto. WikiLeaks ha dado una patada al avispero, y ahora el enjambre viene hacia nosotros.

Satoshi Nakamoto, foro de bitcointalk.org: 11 de diciembre, 2010.

Estas palabras han sido interpretadas como la prueba de que el creador de Bitcoin se alejó del público para preservar su vida privada de la exposición mediática. Aunque es probable que Nakamoto supiera que ganaría enemigos, nada indica que su actitud haya sido temerosa de los poderes que enfrentaba. Temía por la fragilidad de la obra incipiente, es cierto, pero desafiaba el orden establecido bajo los términos del anonimato.

Podría haber otra interpretación de ese retiro. El acto de abandonar la sociedad es anterior a la existencia de los medios masivos de comunicación. En ciertas culturas tribales, las iniciaciones de los jóvenes se realizan en lugares apartados. En culturas asiáticas, los monjes no solo deben ir hacia los lugares sagrados (que por supuesto no siempre son accesibles), sino que deben practicar ciertos rituales que involucran el aislamiento o el silencio voluntario.

En culturas asiáticas, los monjes deben practicar ciertos rituales que involucran el aislamiento o el silencio voluntario. Fuente: piccaya/ Envato Elements.

El silencio aquí se opone a la acción. Pero el silencio no es inactivo, sino que induce un trabajo o un estado de la conciencia. En otras palabras, el silencio es un gesto que prepara retroactivamente para la vida. Esto sugiere que Satoshi Nakamoto podría estar trabajando en su obra fuera de los focos, preparándose para la vida; pero dotando a la obra que deja atrás de una fuerza que proviene de la liberación. Lo importante de Bitcoin no es quién lo originó, sino cómo podemos seguir ese camino sin destruirnos, con la conciencia de que una parte de la libertad que buscamos no puede evitar el ruido del mundo.

El imperio de la constancia

Arte y ciencia confunden sus caminos con más frecuencia de lo que aceptamos. No sorprende reconocer en las decisiones del artista y el científico actitudes semejantes ante la obra. Escritores como Juan Rulfo o J. D. Salinger eligieron el silencio, que nunca es completo, a pesar de que el diálogo con el público puede ser difícil de cortar. Sin embargo, el gesto de dejar de escribir desafía todos los preceptos que empujan al escritor hacia la comunidad.

El caso emblemático es el de Rimbaud, quien compuso una obra excepcional a los 19, en un periodo de poco tiempo, y en un momento dado decidió abandonar todo. Nunca más volvió a escribir nada, pese a que se consideró luego que su obra tuvo la potencia para influir en la literatura de todo un siglo. Su vida posterior no tuvo nada que ver con la literatura. Parece que se dedicó a viajar, al comercio y posiblemente al tráfico de armas en África.

En la ciencia el recorrido es también complejo. Debido a que la invención científica es más propensa a la colaboración, se podría decir incluso que la requiere, la obra que queda atrás nunca está huérfana por completo. La renuncia, el abandono o el silencio prescriben más bien el camino para que otros continúen, son formas de la constancia, que tienen lugar cuando la obra que queda atrás lleva en sí misma el signo de una verdad.

En la ciencia, la renuncia, el abandono o el silencio prescriben más bien el camino para que otros continúen una obra o investigación. Fuente: sportpoint74/ Envato Elements.

Cuando en las artes se habla del carácter colaborativo de la poiesis, normalmente hay una referencia a esas voces de la memoria que dialogan con el artista y contribuyen con su influencia a la creación de la obra. En ciencias, la colaboración tiende a estar en el presente, es la comunicación directa entre científicos. De ahí que Nakamoto alentara a otros colaboradores a seguir un trabajo que en soledad sería imposible de realizar. En este sentido, la ciencia parece tener un flujo prospectivo, que apunta hacia adelante. Quizá cuando Satoshi Nakamoto eligió el silencio, cuando decidió desaparecer de la vida pública, estaba construyendo un camino para que Bitcoin se emancipara.

Hasta donde sabemos, Gavin Andresen fue una de las últimas personas que sostuvo correspondencia electrónica con Satoshi Nakamoto. En un correo que envió cuatro meses después de que decidiera abandonar la vida pública, comentó esto:

Desearía que no siguieras hablando de mí como una figura misteriosa en la sombra, la prensa simplemente lo trata como una especie de moneda pirata. En cambio, podrías incidir más en la idea de que es un proyecto de código abierto y dar más énfasis a las contribuciones de tus colaboradores; lo que ayudaría a motivarlos.

Satoshi Nakamoto <satoshin@gmx.com>, 26 de abril, 2011.

La desaparición de Satoshi Nakamoto

El acto de separación entre la vida y la obra que aparentemente lleva a cabo Satoshi Nakamoto tiene los rasgos de una declaración de intenciones. Juan Rulfo, quien luego de escribir una breve obra, reconocida en todos los ámbitos de la literatura universal, parece haber convertido su vida en una continuidad de la obra: una mezcla de polvo, desierto y humildad. Ludwig Wittgenstein, el famoso filósofo vienés, también parece haber dado cuenta de que los ideales pueden sobrevivir en la vida, a pesar de haber sido capaz de renegar de la obra propia que mejor los expresa. Esta es, sin duda, una contradicción.

Satoshi Nakamoto elige el silencio como una forma de preservar una porción de mundo de Bitcoin. Fuente: SplitShire/ Envato Elements.

El difícil gesto de separarse de la obra muestra en este caso la imposibilidad de decir algo a continuación: luego de escribir el Tractatus logico-philosophicus, Wittgenstein dio clases durante un periodo de tiempo, fue jardinero, asistente en un laboratorio y durante la Segunda Guerra Mundial trabajó como enfermero. Algo en esas actividades puede ser una evidencia de que el lenguaje acota las descripciones del mundo: “allí donde están las fronteras de mi lengua están los límites de mi mundo”. ¿Satoshi Nakamoto estaría pensando en esa identidad entre la obra y la vida cuando eligió usar un pseudónimo, precisamente para enfatizar su diferencia?

Quizá el misterio de la persona que pensó Bitcoin reposa en el hecho de que la criptografía define esta invención. De alguna manera, la vida después de Bitcoin solo tiene sentido en términos criptográficos: esto nos recuerda, quizá, que no hay ninguna identidad que buscar.

Bartleby, el personaje de Melville, representa la contradicción entre un acto de negación y una especie de propósito indefinido. “Preferiría que no” (I would prefer not to), sentencia el personaje ante cualquier proposición. La actitud de negación del mundo por parte de Nakamoto no es simple. Su retiro de la vida pública parece una reafirmación de la respuesta de Bartleby: preferiría no hacerlo, dice a través de su acto de desaparición.

Pero ese desafío ante las convenciones sociales, el estilo de vida capitalista, los sistemas de control del Estado, formula un viejo problema: la identidad del autor no identifica el carácter de la obra. Al contrario de Bartleby (quien no hacer nada que contribuya a que el mundo avance sin reflexión), Satoshi Nakamoto elige el silencio como una forma de preservar una porción de mundo que podría, acaso, continuar más allá de sus expectativas y de su pesimismo.


Descargo de responsabilidad: los puntos de vista y opiniones expresadas en este artículo pertenecen a su autor y no necesariamente reflejan aquellas de CriptoNoticias.

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