Satoshi es Bitcoin. Esa es la verdad última sobre su identidad. La convención social respecto a qué carne y qué huesos teclearon el código de la tecnología de dinero más avanzada de la historia, no es relevante. El ser de Nakamoto se realiza y se actualiza en cada transacción que se escribe en la contabilidad de la red. Y eso es lo único que importa.
A lo largo de la historia, múltiples personajes ilustres se han valido de pseudónimos para distanciar su obra de su vida personal. Hoy son pocos quienes identificarían al Orwell que nos previno de los peligros del totalitarismo con el Eric Arthur Blair que trabajó en la Policía Imperial India en Birmania. Quizás François-Marie Arouet no habría sido tan incendiario en sus críticas a la iglesia y a la monarquía si el nombre Voltaire no lo hubieran protegido de las llamas. Y probablemente la persona que compró Niña con Globo por un millón de libras habría querido tomar represalias legales luego de que Banksy iniciara la autodestrucción de la obra en plena subasta. Pero nadie conoce su verdadero nombre.
Contenido exclusivo
Ten acceso ilimitado a todo nuestro contenido exclusivo, sin anuncios molestos y con lector de noticias desde tan solo 1$ por mes