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La fortaleza de Bitcoin reside en sus usuarios

Al igual que las instituciones gubernamentales de una nación, si los usuarios no se ocupan lo suficiente de Bitcoin y blockchain haciendo uso de los mecanismos de consenso, este dejará de funcionar. En los usuarios reside la verdadera fortaleza de Bitcoin.

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Si de algo carecemos muchos bitcoiners en ocasiones es de cierta sensatez para reconocer aquellos aspectos en los que Bitcoin y blockchain no pueden ayudar.

La tendencia general es la de exaltar las bondades de la tecnología hasta maximizarlas, y esto puede resultar perjudicial para blockchain en cuanto a la percepción que quienes recién la conocen tienen de ella. Por ejemplo, en un pasado editorial de CriptoNoticias, a propósito del cierre de las cuentas bancarias de las casas de cambio de Chile, se tomó la oportunidad de desmontar algunos mitos sobre blockchain.

Una gran cantidad de personalidades influyentes en el ecosistema suelen comportarse como profetas o portadores de una buena nueva tecnológica, quizá sin percibir el lado negativo de esto: ¿están los usuarios preparados para la decepción? Es decir, poniendo el caso de los influencers, estos son capaces de crear ilusiones en las redes sociales que son consumidas por sus seguidores-audiencia y compradas por sus clientes.

Esta ilusión, por supuesto, consiste en el embellecimiento de una realidad al momento de presentarla al público. Esto trae como consecuencia que la información que recibimos roce los limites de la verdad y coquetee con la mentira; mentira que funciona a los propósitos de influencers que muy probablemente estén más interesados en la fama y el dinero que en el sentir colectivo sobre lo que Bitcoin y blockchain deberían ser. Están en Bitcoin por las razones equivocadas. 

Para ilustrar cómo el culto a la personalidad es explotado capitalmente en estos ámbitos, podríamos mencionar a Craig Wright, el falso Satoshi Nakamoto más conocido, y que es invitado con frecuencia a congresos y conferencias públicas a pesar de ser un probado fraude.

Me remito al sentir colectivo porque si bien es cierto que Bitcoin es fuerte en términos tecnológicos, criptográficos, informáticos, su fortaleza más importante radica en sus usuarios. Salvando las distancias para hacer esta comparación, Bitcoin es como Matrix: su «energía» proviene de seres humanos que se mantienen conectados a ella interactuando entre sí dentro de ese mundo virtual.

Bitcoin no es solamente líneas extensas de código, sino una gran comunidad de usuarios que sienten la necesidad de mantener la plataforma en funcionamiento desde las diversas perspectivas a las que podemos aproximarnos a ella: utilitaria, técnica e ideológicamente. Bitcoin es ante todo, un fenómeno fundalmentalmente social y el utilizarlo requiere responsabilidad y civilidad.

Es importante recordar que esta red se basa en el consenso de sus participantes y si bien la democracia no es perfecta, existen bases suficientes para defenderla y evitar su colapso. Este mecanismo siempre está en funcionamiento, pero tal y como el sistema político democrático aplicado a una nación, sus instituciones o entidades no servirán de nada si sus usuarios las desconocen o si no las defienden.

Asumir que Bitcoin ha sobrevivido durante 9 años a los embates de los gobiernos, entidades bancarias y financieras centralizadas, la difusión de FUD por los medios, e incluso de factores internos como la monopolización de la minería, las estafas y robos masivos de criptomonedas, es no tomar en cuenta que los usuarios y desarrolladores nunca han abandonado el proyecto; desarrolladores que han tomado las medidas necesarias para solventar errores técnicos en el código o que han aportado soluciones a la escalabilidad, y usuarios que han decidido utilizar las aplicaciones y ser recíprocos colaborando en su desarrollo.

En los usuarios yace la descentralización, ya que la diversificación de ideas, ocupaciones y propósitos de estos no está alineada generalmente con los intereses de fuerzas centralizadas que ansían ver morir a Bitcoin y tratan de que este proyecto cambie su esencia y propósito original. Este propósito no es tan relativo como pudiera pensarse, y de serlo, pues la tecnología permite a quien guste bifurcar su red propia y establecer parámetros y normativas según su criterio. Bitcoin es ante todo, libertad.

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