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Un bitcoin para modelar el futuro

Bitcoin reaviva la llama de que el dinero puede ser comprendido como una herramienta para luchar contra los poderes establecidos.

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  • Bitcoin es una evolución de modelos anteriores de registro compartidos aplicados al dinero.
  • Surgió como respuesta a la necesidad de desvincular el valor del dinero de las instancias de poder.

Bitcoin surgió como respuesta a la necesidad de desvincular el valor del dinero de las instancias de poder tradicionales. Pero quienes pensaron en las primeras formas de dinero digital, comprendían que sin un registro que resistiera el paso del tiempo y la erosión de los intereses personales, sería muy complicado ejercer el poder de una economía alternativa que desafiara los poderes ya establecidos.

Así es el origen de este sistema económico alternativo, que comenzó para mí un tiempo después de que los principales acontecimientos que propiciaron su aparición dejaran su huella en las sociedades. La historia de Bitcoin es similar en algunos aspectos a la de otras luchas sociales: cuando exponen aquello que parecía incuestionable, es posible ver otras facetas de las instituciones que aparentemente sostienen el mundo.

Desde un punto de vista personal, había abandonado casi toda esperanza respecto a una ofensiva contra los poderes establecidos. Ni el descubrimiento de una identidad contracultural o mis incursiones en el anarquismo durante la adolescencia, ni los contraataques de los Johnny Rotten, los Wikileaks, los Armando Reverón o los Héctor Padula me devolvían la creencia de que era posible equilibrar las balanzas de la historia -si tal cosa es siquiera imaginable-. No sería ni el primero ni el último de los desencantados.

Durante buena parte de mi vida no había sido capaz de ver en las dinámicas de mercado algo parecido a un espíritu de las sociedades, al menos no podía verlo con optimismo. ¿Por qué este encuentro con Bitcoin podría devolverme algo de la antigua esperanza?

Lo que ocurría en los mercados globales entonces no me interesaba más que por su correlato social o histórico, y quizá por la posibilidad de unir cabos al complejo estado de la cultura moderna. El dinero, tal y como había sido usado en los últimos años, era para mí un dato más sobre las fantasías de un grupo de personas obsesionadas con el poder. Quienes creían en las fuerzas invisibles de un mercado para intercambiar promesas. Ese mercado de promesas vacías, representado por las reservas fraccionarias de los bancos y el intercambio voraz en las bolsas de comercio, no había sido capaz de crear más valor en la misma medida en que crecía su influencia en una economía global.

El control del dinero es más bien como un juego donde los ganadores son quienes diseñan las reglas. Imagen: pexels-com

La expectativa creada alrededor del dinero era para mí un lejano argumento de historias irrealizables, precisamente porque veía una brecha entre los hechos, la historia de los datos, los registros y la posibilidad de que esos números y conceptos se inscribieran en los acontecimientos cotidianos. Las finanzas como las conocía no me permitían hacer una fotografía de la vida.

En todo caso, comprendí que Bitcoin, a través del lenguaje matemático y la teoría de juegos, no solo describe lo que es sino de lo que debería ser. Ahora sé que eso que designaba con la palabra economía había sido de un mismo modo durante tanto tiempo que daba por sentado que las cosas no cambiarían. Sin embargo, si es posible vislumbrar lo que el valor puede llegar a ser entonces, no hay razones para no pensar que podemos modelar el presente y el porvenir.

Letras vs. números

A pesar del desencanto, conocí Bitcoin hace tres años por un amigo, que luego se convirtió en uno de mis compañeros de batalla en CriptoNoticias, y enseguida reavivé la antigua llama.

Algo me hacía pensar en la relación que puede haber entre la comprobación de un hecho y las historias que se cuentan cuando no podemos conocer la verdad. Entonces recordaba a los antiguos agricultores que crearon Lineal B, ese registro de protoescritura que pudo haber influido de alguna manera en la civilización que años después crearía las bases del pensamiento abstracto. Me preguntaba a mí mismo por qué una de las primeras pruebas de registro escrito era un inventario, quizá la lista de cosas almacenadas que algún mercader usó en aquella época. Quizá una factura.

Con mis estudios en literatura reconocí que con la escritura había ocurrido un salto en capacidad humana para documentar y registrar casi cada aspecto de lo que conocemos. Precisamente una prueba inequívoca de la necesidad de la especie por trascender, incluso a través de lo material. La biblioteca de Alejandría, la invención del libro y del sistema numérico árabe llevan inscrita esta necesidad.

Una de las razones por las que me interesé por Bitcoin tiene que ver con esa capacidad de unir dos visiones: la posibilidad de describir un inventario completo de lo que hay, en términos de tiempo y valor, y la posibilidad de modelar un sistema financiero capaz de prescindir de las políticas monetarias de los bancos centrales y los gobiernos.

El surgimiento de Bitcoin estuvo acompañado de respuestas técnicas a esos dos factores. Y la que a mí me parece excepcional tiene que ver con la manera de resolver el problema del registro compartido de los intercambios de valor. Y su capacidad para estimular la participación a través de una recompensa distribuida. Para mí era evidente que la búsqueda de los primeros activistas de Internet guardaba relación con la idea implícita en la tecnología del libro (y su reproductibilidad técnica): una copia para cada propietario. Sin embargo, la idea del libro tenía sus propias limitaciones físicas. Y hasta donde sé no anunciaba que el dinero podía tener esta propiedad que lo hace comunitario, antiestatal y con una nueva dimensión de lo privado.

Los primeros activistas de Internet pensaban que la era digital traería nuevas libertades individuales. Imagen: pexels.com

Internet era el proyecto utópico de una nueva era de libertad. Si cada usuario podía disponer de un servidor propio, casi no había límites sobre el alcance de esta forma de compartir los registros. De ahí la controversia que impulsó las primeras regulaciones sobre Internet. Y por supuesto las opiniones moralizantes sobre qué se podía hacer y qué no. De ahí que el dinero digital que propusieron entonces los cyberpunks y su evolución en Bitcoin desatara ideas encontradas sobre cómo creamos valor y la forma en que los gobiernos administran el dinero.

La aspiración a crear una nación digital sin controles gubernamentales, con su propia economía digital, regida por sus propios códigos y más bien bajo el signo de las ideas libertarias, adquiría más sentido con la idea de los registros compartidos. Datos yendo en todas direcciones sin una sede, sin los dilemas de la propiedad como excusa para la censura. Aunque con el supuesto de nuevos debates sobre la propiedad intelectual o la autoría. Problemas que vuelven a surgir cuando pensamos en la forma en que se actualiza el código matemático de Bitcoin: una labor comunitaria -aunque con unos pocos elegidos-.

El complejo universo de posibilidades contenidas en el mecanismo simple de Bitcoin no debe inducirnos a creer que no hay nada más y que este es el límite. Nuevos problemas han surgido con las preocupaciones derivadas de las luchas por el control de Bitcoin.


Descargo de responsabilidad: los puntos de vista y opiniones expresadas en este artículo pertenecen a su autor y no necesariamente reflejan aquellas de CriptoNoticias.

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