¿Pueden estas dos sentencias, expresadas por banqueros centrales de Estados Unidos y Europa, ser más irónicas? A primera vista, parece que no. Uno diría, con una sonrisa burlona, disimulando una rabia soterrada, que esta gente no puede ser más desvergonzada. Aparte, al leerlas, uno se siente desorientado, como si hubiera viajado al pasado, por el anacronismo de leer estas cosas casi al cierre de 2024.
Luego uno va haciendo memoria, va poniéndose en contexto, y cae en cuenta de la desfachatez de los papers publicados a nombre de estas instituciones.
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