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En DIDI están involucrados la ONG Bitcoin Argentina, el BID, RSK y Accenture.
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El Barrio Padre Mugica será el primero en recibir los beneficios de la app.
Vivir indocumentado es vivir al margen, sin huella, sin rastro. Si bien esto podría sonar como un sueño para cualquier cypherpunk que desea resguardarse ante la sociedad de la vigilancia, lo cierto es que cuando son las circunstancias las que te arrojan a sobrevivir sin identificación y no una elección personal, la cotidianidad se torna difícil, precaria y prohibitiva.
El derecho a la identidad, según lo define Unicef, supone el “reconocimiento jurídico y social de una persona como sujeto de derechos y responsabilidades y, a su vez, de su pertenencia a un Estado, un territorio, una sociedad y una familia, condición necesaria para preservar la dignidad individual y colectiva de las personas”.
En ese sentido, una persona indocumentada es alguien que existe fuera de cualquier ordenamiento jurídico, encuéntrese en el territorio en que se encuentre; ajena a derechos y deberes; alguien que, aunque esté presente, su presencia formal no es reconocida; alguien cuya única vinculación con la ley es estar fuera de ella. Para el ámbito público, un indocumentado es un fantasma.
En Argentina son muchos los niños y adultos indocumentados. No hay cifras exactas actualizadas; es difícil contar a quienes no cuentan con número. Es la cara invisible de la pobreza, como lo calificó en 2012 el Instituto Abierto para el Desarrollo y Estudio de Políticas Públicas (IADEPP). En un estudio sobre indocumentados en Argentina, realizado en conjunto con el Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina, el IADEPP ponderaba la cifra en casi medio millón de habitantes, de los cuales setenta mil, menores de edad, residían en Buenos Aires. En la actualidad, esa cifra ha aumentado; más aún con la ola de inmigración venezolana y paraguaya de los últimos años.
Teniendo consciencia de estas dificultades y del alto número de personas sin identificación en el país austral, y buscando tender una mano a los menos favorecidos, nace DIDI o Identidad Digital para la Inclusión, un proyecto impulsado desde la ONG Bitcoin Argentina con apoyo del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), IOV Labs y Accenture, que actualmente usa la red blockchain de RSK -pero que también utilizará otras redes en el futuro- para desarrollar Identidades Digitales Descentralizadas para personas en situación vulnerable en el país. Se trata de un proyecto que pronostica una duración de cuatro años y que requiere una inversión total de USD 2.575.000, de los cuales el 46% están siendo aportados por el BID Lab.
“Este presupuesto incluye no solo la generación de la plataforma y app de identidad digital sino también recursos destinados a fomentar el crecimiento del ecosistema blockchain en la región mediante meetups, capacitaciones, papers, entre otras cosas”, nos cuenta Milton Berman, ingeniero informático y CTO de DIDI, con quien tuvimos la oportunidad de conversar durante la Blockchain Summit Latam México 2019.
DIDI, Identidad Digital para la Inclusión, es un proyecto que se está ejecutando por la ONG Bitcoin Argentina con el apoyo del BID y otras empresas como Accenture y RSK. Puntualmente, el BID Lab que es el Laboratorio de innovación del Banco Interamericano de Desarrollo. Nuestro objetivo es desarrollar una Identidad Digital Descentralizada que ayude a certificar los datos y validar interacciones de las personas para generar un sistema económico y social naturalmente inclusivo y descentralizado.
La identidad digital descentralizada es un concepto escurridizo que antecede en existencia a las redes de blockchain, pero que encuentra en estas tecnologías un refuerzo común. En pocas palabras, se trata de un sistema de identificación en Internet en el cual cada individuo es el único propietario y administrador de su data personal, teniendo completo dominio sobre cómo su data es utilizada y con quién es compartida.
Milton nos cuenta que DIDI usa “el protocolo de Identidad Digital Soberana (“SSI” por sus siglas en inglés). Es un protocolo que va más allá de la blockchain pero que utiliza esta tecnología como una herramienta fundamental que permite la descentralización del protocolo”.
Creo que SSI es el mejor protocolo hoy en día para atender el problema de identidad digital en Argentina (y cualquier otra parte del mundo) porque es un protocolo que provee a las personas de privacidad, seguridad y control sobre su propia información a la vez que habilita portabilidad y verificabilidad por parte de terceros (integridad de los datos, autenticidad de emisor y no repudio).
Todo esto sin depender de ningún ente centralizador evitando, por un lado, la posibilidad de que haga un uso indebido de la información de las personas y, por el otro, el ser un único punto de falla, víctima de los hackers que pueden exponer al mundo toda nuestra información personal (como ha ocurrido en muchas ocasiones).
El refuerzo que dan las blockchains públicas es la descentralización e independencia de intermediarios, así como su privacidad, inmutabilidad y transparencia. Con estos protocolos, las personas pueden gestionar por ellos mismos sus perfiles digitales y dar validez a sus actividades en un registro con marcas de tiempo.
La idea es brindarles a personas que viven en barrios informales o emergentes –que hay muchos en Argentina y en toda Latinoamérica– la posibilidad de formar un perfil digital y representar aquellas cosas que hacen en la informalidad, ya sea la interacción con personas, sistema de crédito, sistema de ahorro comunitario. Poder darles la posibilidad de que ellos, con nuestra plataforma con criptografía y asociada a blockchain, tengan este perfil, salgan del barrio y demuestren estas capacidades.
Ser un niño sin documento corta las posibilidades de un futuro fuera de la pobreza. Puedes estudiar primaria, pero no recibirás diploma. Las puertas de un club deportivo o actividad extracurricular estarán cerradas. Un adulto no podrá viajar, sacar un crédito, casarse, recibir ayudas sociales o atención digna en un hospital. Hasta trabajar con respeto a tus derechos será un problema. Y considerando que la mayoría de las personas indocumentadas viven en situación de pobreza, hay algunos que tienen que decidir entre pagar por la inscripción legal extemporánea o comer. Por eso, las zonas pobres son el principal foco de DIDI.
Milton nos cuenta que desde la ONG han mantenido visitas constantes a estas poblaciones y han tenido contacto directo con sus habitantes, llegando a conocer sus capacidades y habilidades; las cuales, sin embargo, se mantienen encerradas en el microcosmos del barrio por miedo a salir fuera sin identificación. La mera supervivencia en baja calidad de vida, por los problemas de indocumentación, se ha normalizado.
(Queremos que) de alguna manera su reputación interna se extrapole afuera del barrio y que puedan progresar. Porque, hoy en día en la informalidad, estas poblaciones realizan un montón de cosas que la gente no conoce.
En principio vamos a darles la posibilidad de tener una validación de su documento de identidad y, además, registros de capacitaciones formales e informales, que en el barrio hay muchas, y por ahí les queda un papelito que no les sirve de nada, así que se lo vamos a validar. Y otra de las cosas que estamos hablando también con el gobierno es emitir certificados de posesión de vivienda.
El piloto de DIDI se está realizando en el Barrio Padre Mujica, uno de los más grandes de su estilo, según nos dice Berman, con una población de cuarenta y tres mil personas. Garantizar su identificación y el reconocimiento de sus capacidades será posible gracias a la aplicación que han desarrollado.
La aplicación permitirá construir una identidad digital mediante la generación de un perfil autocontrolado en el cual el usuario podrá comenzar a acumular credenciales (o certificados) sobre interacciones formales e informales, financieras y no financieras que vaya teniendo con entidades públicas y privadas así como también con personas.
Además, la app va a brindar la posibilidad de llevar al mundo digital algunas prácticas que se realizan hoy en día en comunidad de manera de poder nutrir este perfil digital. La primera que estaremos explorando es la Ronda (también conocida como Pasanaku, Tanda o Rosca según el país donde te encuentres). Este es un sistema de metas de ahorro y crédito comunitario que va generando reputación a las personas dentro de los barrios. El problema es que hoy en día esa reputación es solo conocida por quienes están dentro de la comunidad. El objetivo de agregarlo a la app (utilizando blockchain y SSI) es que las personas puedan construir esa reputación de una forma que sea demostrable y verificable fuera del barrio.
El objetivo final es permitir a los usuarios generar relaciones de confianza con organizaciones para poder acceder a más y mejores servicios a precios más bajos. Ya el trabajo va bastante avanzado y los habitantes del barrio se preguntan cuándo va a estar operativo el proyecto.
Las pruebas de UI y UX las hicimos el año pasado. Este año estamos comenzando con el desarrollo. Tenemos la intención para fin de año o principio de año que viene, tener el primer piloto y probar ahí. Además del Barrio Padre Mugica, vamos a llevar la solución a otros dos barrios de Argentina. Y si salen bien las cosas y vemos que hay éxito, nos gustaría replicarlo en Latinoamérica y, ¿porque no? en el mundo.
El equipo de DIDI apuesta por las blockchains públicas por su resistencia a la censura. Al prescindir de entidades centrales que discriminan qué información puede almacenarse o no, las blockchains públicas resguardarían a estas personas ante reservas de admisión.
Este proyecto es blockchain agnóstico; no nos cerramos a ninguna blockchain. Pero nuestro plan piloto va a ser sobre RSK. Interesante para nosotros son las blockchains públicas no permisionadas. Pueden agregarse otro tipo de blockchains en el futuro que no sean públicas. Pero queremos siempre darles la posibilidad a este tipo de usuarios, que históricamente fueron excluidos, de estar en un sistema no permisionado y que no corran riesgo de volver a ser excluidos.
Pero siendo la identidad una competencia gubernamental, es necesario acercarse a las autoridades competentes en la materia para organizar un trabajo mancomunado. Milton nos cuenta que esto ya ha comenzado a procesarse.
Hay conversaciones. Con el apoyo del BID se abren puertas. No es fácil llegar a todos esos acuerdos pero confiamos en que vamos a poder lograr ese apoyo del gobierno y la verdad seria espectacular para poder utilizar la solución mucho más rápido.
Actualmente, hay distintos proyectos de identidad digital esforzándose por concretar esta idea. Upot, Sovrin y Veres One, son algunos de ellos. En Estonia se planteó lanzar una criptomoneda nacional como parte de su programa e-Residency, el cual contemplaba el registro de emigrantes que recibirían una identidad digital legalizada con acceso a servicios públicos en línea. Sin embargo, la iniciativa fue desechada luego de recibir críticas de parte de las autoridades bancarias locales y del Banco Central Europeo.
DIDI trabajará con el Barrio Padre Mugica como piloto y luego buscará expandirse en otras zonas populares de Argentina y Latinoamérica con miras a desarrollar una Identidad Digital Descentralizada que ayude a certificar los datos y validar interacciones de las personas para generar un sistema económico y social naturalmente inclusivo y descentralizado.