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Un estudio realizado por profesores de la Escuela de Negocios de la Universidad de Cambridge (CCAF), en Reino Unido, concluye que la mayoría de los miembros del ecosistema de criptoactivos utiliza actualmente una serie de definiciones inconsistentes y carece de una terminología estandarizada.
La investigación, publicada en el repositorio digital de publicaciones de la ya nombrada Escuela, fue realizada por los académicos Michel Rauchs, Andrew Glidden, Brian Gordon, Gina Pieters, Martino Recanatini, François Rostand, Kathryn Vagneur y Bryan Zhang. Allí, proponen la creación de una terminología y un marco común, que sean diseñados para que los reguladores, los participantes de la industria, los investigadores y los inversionistas tengan una mejor comprensión de las características y el funcionamiento interno de esta nueva tecnología.
El texto, titulado: “Sistema de Tecnología de contabilidad distribuida. Un marco conceptual”, debate principalmente sobre el concepto de tecnología de criptoactivos, nombrada por los autores como “tecnología de contabilidad distribuida (DLT)”. Por tanto, aclaran que existen muchas definiciones diferentes y que las confusiones derivan del uso comercial de palabras como blockchain o DLT, por lo cual se hace referencia a la literatura existente sobre el tema.
Sobre ello, señalan que algunas definiciones son limitadas, otras son muy amplias y algunas contradictorias. Aunque se afirma que no ha nacido todavía una definición coherente, al tratarse de una tecnología en pleno desarrollo.
Definiendo la tecnología y la blockchain
Como ejemplo, la publicación presenta el concepto que maneja el Banco Mundial, para el cual la tecnología es una implementación específica de la categoría más amplia de libros contables compartidos, definidos como “un registro compartido de datos en diferentes partes”. Una definición distinta a la que utiliza el Banco de Inglaterra, que la define como una arquitectura de base de datos que mantiene y comparte registros de forma distribuida y descentralizada, garantizando su integridad mediante el uso de protocolos de validación basados en consenso y firmas criptográficas.
No hay definición genuina y universal de lo que es conocido como un sistema DLT (…) Por un lado, las definiciones a veces son demasiado específicas, técnicas e inaccesibles para audiencias generales; mientras que, por otro lado, algunas son demasiado simplistas y amplias como para que haya diferencia significativa con las arquitecturas de bases de datos más tradicionales. De cualquier manera, una falta de manejo común de la terminología ha dado lugar a conceptos erróneos y a la formación generalizada de expectativas poco realistas sobre lo que esta tecnología puede lograr.
Investigadores
Agregan los investigadores que otras definiciones se refieren exclusivamente a “tecnología blockchain” (cadena de bloques), sin diferenciar este término con el de sistema DLT. Ante ello, plantean una visión sistémica, más completa, a fin de conceptualizar y examinar esta tecnología, vista como un sistema funcional con capas clave, además de componentes y procesos que pueden interactuar con otros sistemas.
En ese sentido, los autores apuntan que las cinco propiedades clave que permiten definir a la tecnología de criptoactivos incluyen la garantía del mantenimiento de registros compartidos, el consenso multipartidista sobre un conjunto compartido de registros, la validación independiente por cada participante, la evidencia de cambios no consensuados, además de la resistencia a la manipulación. Igualmente, acotan que la mayoría de las plataformas actuales no cumplen con todos estos criterios y, por lo tanto, solo se pueden considerar “sistemas DLT potenciales”, con características arquitectónicas básicas que le llevarían, a futuro, a convertirse en “sistemas DLT puros”.
Por otra parte, también dividen al sistema en tres capas principales: protocolo, red y datos, los cuales a su vez se subdividen en un conjunto de variados procesos. A partir de estas capas, la investigación aborda 6 sistemas actuales como casos de estudio: Bitcoin, Ethereum, Ripple, Alastria, Verified.Me y Project X. La razón de ello es que la elección de diseño para cada una de estas plataformas es diferente, hecho que las convierte en sistemas distintos con configuraciones particulares que deben ser examinadas de manera individual.
Al respecto, vale reiterar lo expuesto en un artículo publicado en julio pasado, en el cual -desde una perspectiva más completa- se concibe a la cadena de bloques o blockchain como el libro de contabilidad público donde se asientan todas las transacciones de una red. Algo que hace que, por ejemplo, Bitcoin sea más que una cadena de bloques, puesto que se compone de un conjunto de tecnologías como lo son las firmas digitales, la cadena de bloques como tal y el protocolo de consenso (Prueba de Trabajo).
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